El pueblo de Tías, aunque data de la época aborigen con los asentamientos de Las Cuestas (Tías) y de la Montaña Tesa en Masdache, se consolida como núcleo de población con el repartimiento de tierras que se hace a los damnificados por las erupciones volcánicas acaecidas entre 1730 y 1763. Hasta ese momento se pueden distinguir dos zonas: Conil, Tegoyo, Masdache y Testeina como la zona más húmeda y fértil, y la zona de la costa, en su mayoría “malpei” que llega hasta el litoral, como dehesas de ganado.
Destaca la industria de la barrilla en el siglo XVIII, pues gran parte de la superficie de cultivo del municipio se destina a la obtención de este producto. Adquiere relevancia en 1769 el puerto de la Tiñosa desde donde se exporta la barrilla. De hecho, el topónimo de la playa Pila de la Barrilla se debe a que allí estaba instalado el horno donde se quemaba la barrilla para la obtención de la sosa.
El 18 de julio de 1796 se crea la Parroquia de Nuestra Señora de La Candelaria y el 5 de julio de 1799 se crea el Ayuntamiento.
Su economía estaba fundamentada en la ganadería, la agricultura y un poco la pesca.
En torno al puerto natural de la Tiñosa, a principios del siglo XX, se va consolidando un pequeño núcleo de población dedicada a la pesca. Será a partir de 1965 cuando la industria turística da sus primeros pasos en la isla, pasando a segundo plano la ganadería, la agricultura y la pesca.
El territorio de este municipio se levanta sobre una suave ladera y sus casas se colocan escalonadas sobre la misma, presidida por la iglesia de Nuestra Señora de La Candelaria.
Los pueblos que conforman el municipio son Tías, Puerto del Carmen, Mácher, La Asomada, Tegoyo, Conil y Masdache. Está situado a 12 kilómetros de Arrecife, capital de Lanzarote, en la vertiente meridional del centro de la isla, en unos suelos que abarcan todas las series volcánicas definidas para Lanzarote, con una extensión de 64’61 K. cuadrados.
En la actualidad, la actividad económica principal es el turismo.
La artesanía en el municipio de Tías se conserva como parte fundamental de la tradición más reservada, como el secreto de cada familia. Los cambios sociales y económicos han hecho que gran parte de la artesanía quede relegada a un simple recuerdo o a un objeto decorativo.
Los marineros de la Tiñosa se sentaban en el chaplón de las casas para tejer las redes o remendar los chinchorros que usaban para la pesca. El campesino se construía su arado, su plantón o el zurrón donde amasar el gofio o la escoba de hojas de palmera para barrer los alrededores de la vivienda; la pila esculpida en piedra viva para el abrevadero de los animales, las mochilas de lona, las rosetas, bordados y calados que con tanto arte hacían las mujeres. Por Navidad se elaboraban las sabrosas truchas de garbanzos, batatas y las corbatas con el sobrante de la masa; mimos, mantecados, ricos bizcochones y una gran variedad de mistelas para invitar a las visitas por estas fiestas entrañables como son las Pascuas.